La inteligencia artificial y la creatividad se dan la mano

La inteligencia artificial y la creatividad se encuentran para que repensemos nuestra relación con el arte y los procesos creativos

Por Sara Sáez

Imagen de <a href=”https://unsplash.com/es/@deepmind” target=”_blank”>DeepMind</a>
Imagen de DeepMind

Nos han ganado las máquinas. En todas las revoluciones tecnológicas, el ser humano se ha opuesto a estos avances por miedo a que unos cuantos cables y botones pudieran comerse parte de nuestro pastel. Hoy Inteligencia Artificial y creatividad. Antes la Revolución Industrial, donde cuestionamos la inclusión de nuevas tecnologías como la fotografía o el cine, y finalmente provocaron lo contrario: dispararon la creatividad. Si nos hacía la vida más fácil o si manejaba temas asociados con las máquinas como cálculos o gestiones, todo ok; pero que se metan en el terreno creativo…

¿Superará la inteligencia artificial la creatividad humana?

Las máquinas no son únicamente más fuertes y rápidas que nosotros. También son más inteligentes. Ya podemos encontrar aplicaciones para diferentes ámbitos creativos, como:

  • Las que son capaces de generar piezas de arte digital en poco tiempo. 
  • Otras replican el estilo pictórico de un artista a un concepto o frase que hayas insertado en la app y, ¡tachán!, tienes tu propio Basquiat.
  • Y algunas generan melodías, intervienen en las fotos y hacen cantar al retrato de nuestra madre…

Todo este tema está teniendo gran repercusión en redes y se ha creado una especie de competición entre los usuarios: a ver quién genera la mejor obra digital —bueno, describe, que generar… las genera una IA—. Quizá esté aquí lo interesante: que la intervención humana está en las descripciones que insertamos en la aplicación. 

«La relación entre las apps de IA creativas y las personas funciona como una dupla creativa: uno tiene el don de la palabra y otro lo sabe plasmar gráfica o artísticamente».

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Si las máquinas son capaces de hacerse cargo de la fase más plástica del proceso creativo de cualquier obra, nosotros manejaremos las ideas. Seremos capaces de precisar más, de sintetizar conceptos y de explicar —necesariamente con palabras— lo que tenemos en la cabeza. El valor de las ideas aumenta exponencialmente así. Quien sabe. Puede que esto nos haga ser más creativos y diseñemos, desde el concepto, cosas innovadoras que puedan aportar valor.

¿Nos puede alcanzar la creatividad artificial?

Puede que nos parezca de otro planeta este sistema, pero no es más que una réplica de nuestro funcionamiento neuronal. El proceso es tan complejo que lo simplificamos en conceptos tan inexactos como la inspiración o la intuición. Pero en nuestro proceso creativo hay más ciencia de la que parece.
Creamos por asociación, es realmente imposible crear de cero. Tenemos un archivo inmenso —no tan inmenso como el de las máquinas— almacenado en nuestro cerebro: imágenes, recuerdos, sonidos, olores, sensaciones, estímulos, aprendizajes, canciones, caras, formas abstractas, esa clase de Historia en el instituto, una frase que te suena pero que no sabes ni de qué ni de cuándo… Creamos conceptos en base a las asociaciones que hace nuestro cerebro a partir de estas experiencias.

Imágenes de DeepMind en Unplash
Imágenes de DeepMind en Unplash

Este proceso también hay que valorarlo para poder tener una foto más clara y no quedarnos en que la tecnología nos quitará algo que es nuestro. No hay que olvidar, además, que en la fase de trabajo de las app intervienen las personas. Hay un equipo humano dedicado a ello. De la misma manera que somos conscientes del proceso que exige una obra de arte expuesta en un museo o galería, donde el/la artista ha investigado en concepto, técnica y expresión, también podríamos ser conscientes ahora del proceso de esas personas dedicadas al archivo constante de información en estas máquinas y de la programación de las mismas. ¿Es comparable?

Es parte de nuestro momento aceptar que estas tecnologías sean capaces de hacerse un hueco en el mundo del arte. Aunque también es cierto que estas formas de crear harán que el arte tradicionalmente entendido cobre aún más relevancia. Valoraremos todavía más —y qué bueno— el trazo a mano, el volumen del óleo sobre lienzo, los pigmentos hechos de forma casera, el proceso del artista, los action-paintings o las performances. ¿Otro aspecto positivo? Será una forma de democratizar el arte. Todo el mundo podrá crear su propia obra. Todo el mundo podrá entender que puede ser creativo. Y en INNN lo tenemos claro: todos somos creativos.

Sara Sáez

Sara Sáez

Directora de Arte

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