“La imaginación, la creatividad y el diseño retroalimentan el cambio social”. Entrevista con Jorge Camacho

En INNN, creemos firmemente en el poder de la creatividad como herramienta para generar un impacto positivo en el mundo. Por eso, nos hemos propuesto explorarla en todas sus dimensiones y desde disciplinas tan diversas como la neurociencia y la psicología, el diseño, la historia o la filosofía. Hoy te proponemos acercarnos a ella desde la prospección de futuros, en una conversación con el futurista Jorge Camacho. 

Por Isabel R. Benitez

El primer encuentro de Jorge Camacho con la necesidad y la oportunidad de pensar sobre el futuro se produjo hace ahora 20 años, cuando se embarcó en la aventura de escribir su tesis doctoral. Había estudiado Comunicación por la Universidad Iberoamericana (Ciudad de México) y cursado después una maestría en Cultura Cibernética. Sin embargo, fue a raíz de su investigación sobre transición energética, los modelos de sociedad a los que deberíamos y podríamos aspirar y cómo avanzar hacia ellos, que entró en contacto con la prospectiva. Su carrera lo llevó después por otros derroteros, trabajando durante años en el campo de la publicidad, el diseño y la tecnología creativa, hasta que, poco a poco, ambos caminos acabaron confluyendo.

Hoy, Jorge Camacho es cofundador de Diagonal, un estudio de investigación, diseño y futuros, e investigador afiliado en Institute for the Future, organización de futuros líder en el mundo. Es director de la Maestría en Estudios de Diseño de la escuela de educación superior mexicana CENTRO, e imparte clases y charlas en otras instituciones de América Latina y Europa sobre diseño estratégico, pensamiento de futuros y pensamiento sistémico. En nuestro país, fue, además, el comisario de la exposición ‘La Gran Imaginación: Historias del Futuro’; un recorrido por ese universo de ficciones y creaciones literarias, cinematográficas o arquitectónicas, que, en distintos momentos de la historia, han evocado el futuro.

Tanto en su práctica profesional como en su trabajo académico, Camacho pone el foco en cómo las prácticas de diseño se pueden convertir en motores de cambio social. Por eso, tenía que formar parte de este espacio que en INNN dedicamos a explorar la creatividad. Hoy, hablamos con Jorge Camacho sobre el papel que esta juega en la construcción del futuro.

Pregunta: Antes de arrancar, vamos a aclarar conceptos: ¿Qué es para ti la creatividad? 

Jorge Camacho: Yo uso muchas veces el concepto de creatividad, pero me cuesta trabajo verlo solo y tiendo a ver la creatividad más como una parte del diseño.

Diseñar es básicamente ver el mundo y reconocer que existe como tal, pero que eso no implica que tenga que ser así, sino que puede ser diferente y, no solo eso, sino que puede ser mejor. Es, por tanto, ese proceso a través del cual vemos el mundo y aplicamos el pensamiento crítico. Y sobre eso aplicamos la creatividad, que es la capacidad de generar ideas o imaginar cosas que no existen y, después, usando los recursos y nuestras habilidades prácticas, convertir esas ideas en realidad.

Desde esa perspectiva, la creatividad sería una etapa o una de las habilidades involucradas en un proceso de diseño más amplio. Aunque hay otro concepto que yo uso mucho y que creo que forma como una especie de galaxia con los dos anteriores, que es el de imaginación.

P.: ¿Y cómo se relaciona la imaginación con la creatividad y el diseño?

J.C.: Yo mismo me refería a la imaginación al definir la creatividad. La imaginación es también una capacidad para generar ideas, visiones, conceptos, sobre lo que no existe, pero, si las tuviera que poner en orden, la imaginación sería lo más libre, casi sin restricciones, sin necesidad de estar situada en un contexto.

P.: Partiendo de esa forma de entender el diseño y la creatividad, ¿qué papel dirías que juegan ambos en el progreso y en el avance de la sociedad?

J.C.: Creo que son claves y, en cierta forma, ese era el tema principal de la exposición ‘La Gran Imaginación’.

Se llamó así trazando un paralelismo con otro concepto, el de ‘La Gran Aceleración’, usado para nombrar ese proceso de transformación social que se da en la segunda mitad del siglo XX y que provoca un gran explosión de población, crecimiento económico, impacto medioambiental… Lo que sucede es que esos cambios sociales y tecnológicos realmente empiezan en el siglo XVIII y verlos empuja a la gente, les invita —casi hasta les fuerza— a imaginar lo que viene. Y cuando la gente imagina lo que viene, esas imágenes del futuro (que es el concepto que se usa en prospectiva y estudios de futuros) acaban teniendo un efecto causal: es decir, inspiran, amenazan, y tienen efectos reales en la forma en la que la gente se comporta.

"Estamos en un buen momento para reconocer el valor de la creatividad"

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J.C.: Esta explosión de la imaginación, y también de la creatividad y el diseño, de la invención, de la ingeniería, de la innovación, empieza entonces a retroalimentar ese proceso de «cambio social». Y resalto ese concepto de «cambio social» porque es más neutral que «progreso» o «avance».

P.: ¿Por qué?

J.C.: Porque, desde luego, ese proceso de cambio social es «progresivo», en el sentido de que hay una progresión, un cambio que provoca que las cosas sean distintas a lo que había antes y que ese cambio se vaya acumulando. Pero lo que es importante es que ese cambio social «con progresión» no necesariamente ha involucrado progreso, en el sentido de «mejora» o «avance» a nivel de sociedad, como civilización. Esa parte de mejoría desde luego que está ahí, pero está acompañada, casi en igual medida, de consecuencias inesperadas y negativas. De hecho, yo creo que es importante reconocer que muchos de los aspectos negativos que hoy caracterizan a nuestras sociedades son también resultado de nuestra capacidad creativa. O sea, que la creatividad es un vehículo para cambiar para bien y para mal.

P.: Recuperando ese trabajo de mirada al pasado que hiciste para la exposición, ¿cuál fue el ejemplo de creatividad e imaginación que más te impactó?

J.C.: Una de mis piezas favoritas en la exposición es un libro que se llama El año 2440 y es un libro que se publicó en 1771, en París. Lo que buscaba hacer esa novela era imaginar una sociedad radicalmente distinta y además, específicamente, una sociedad perfecta o mucho mejor. En ese sentido, es lo que llamaríamos una utopía. Pero, a diferencia de las utopías que se habían escrito antes del siglo XVIII, en las que para poder imaginar esa sociedad perfecta o ideal lo que hacían era imaginar que un personaje viajaba a un mundo fantástico, esta novela imagina una sociedad distinta en el futuro, en el tiempo en vez de en otro sitio.

Me parece fabuloso ese salto creativo para que alguien dijera «voy a imaginar una sociedad perfecta en el futuro». Pero, además, lo que me parece importante es que cuando tú imaginas una sociedad si no perfecta mucho mejor en el futuro, en vez de en un lugar fantástico, entonces te puedes plantear por qué no hacerla realidad.

"Cuando imaginas una sociedad si no perfecta mucho mejor en el futuro, entonces te puedes plantear por qué no hacerlo realidad"

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P.: Con esa idea sobre la mesa, ¿le damos a la creatividad y a la imaginación la importancia que tienen? ¿Somos conscientes del poder, y por tanto la responsabilidad, que suponen?

J.C.: Quienes trabajamos en las industrias creativas hemos tendido a sobreestimar su poder y estamos ahora en un proceso de recalibración, para admitir que la creatividad no es suficiente para resolver problemas o mejorar el mundo. Mientras, en otros ámbitos que normalmente no se consideraban como creativos (por ejemplo, el mundo corporativo) ha sucedido lo contrario: vienen de un proceso de no considerar la creatividad y están comenzando a ponerla en valor.

Creo que lo que puede suceder es que se llegue a un equilibrio en el que ni domine esta visión idílica de la creatividad —como el superpoder para mejorar el mundo— ni ese desdén que puede haber hacia ella en otros ámbitos y acabemos dándole su peso justo.

P.: ¿Dirías entonces que estamos en un buen momento para la creatividad?

J.C.: Sí, yo creo que sí. En general creo que, a pesar de estos desbalances, estamos en un buen momento para reconocer el valor de la creatividad. Tengo hijos y lo veo en comparación con lo que era mi educación, que era mucho más pasiva. Ahora, al menos en el tipo de escuelas en las que están ellos, la creatividad es súper importante. Y creo que algo similar está sucediendo en el sector empresarial.

P.: ¿Que haría falta, entonces, para sacarle mayor partido a ese potencial de impacto positivo que puede tener la creatividad?

J.C.: Me vienen a la mente dos cosas. La primera es algo que ha estado sucediendo y sigue sucediendo y me da gusto ver qué sucede, que es desmitificar la creatividad. Venimos de una cultura en la que la creatividad se percibía como una habilidad innata que tenían algunas personas y no otras. Creo que el primer paso es que cada vez haya menos gente que se clasifique a sí misma como creativa o no creativa y se centre más en cómo cultivar esa capacidad creativa.

Y la otra cosa es que las industrias que le hemos dado súper importancia y hemos sobreestimado el poder de la creatividad podemos decirle al resto: «OK, ahora que ustedes ya llegaron a valorar la creatividad, les decimos que es importante combinarla con la practicidad, con la capacidad de gestionar, de establecer diálogos entre las personas, para poder hacer que las cosas sucedan.»

Isabel R. Benitez

Isabel R. Benitez

Periodista especializada en digitalización, tecnología e innovación

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